viernes, 3 de octubre de 2014

Atacas a Herralde

Siempre temiste que una reunión tuya con Herralde acabaría mal, con un muerto o dos, así que estabas preparado de alguna manera para este momento en el que tus dedos rodean la garganta de Herralde, que te mira con los ojos muy abiertos. Estos mismos ojos que contemplaron el rostro de Bolaño, piensas. Y el de Vila-Matas. Y la última cara que van a ver será la tuya. Se te humedecen los ojos de emoción. A él también se le ponen vidriosos, pero por otros motivos. 
Sin embargo, otras manos deshacen el nudo mortal de las tuyas en el último momento. Las manos de un joven autor (reconoces su condición porque lleva un fular en esta época del año). 
—¡Herralde, yo te salvo! —grita como un justiciero. 
—¡No, yo te salvo! —grita otro joven autor, saliendo de detrás de un arbusto. 
—¡Yo, yo! —corean otros autores que corren al auxilio del veterano editor. 
Los autores, que claramente deambulaban por el parque por carecer de oficio y beneficio, han visto la oportunidad de ganarse el favor de Herralde y, quizá, publicar, convirtiéndote en pulpa a puñetazos y patadas. 


FIN

No hay comentarios: