viernes, 3 de octubre de 2014

Le dices a la prostituta que no

Negando con la cabeza, rechazas el ofrecimiento de la meretriz, que no se lo toma nada bien.
—Nadie rechaza estos labios y vive para contarlo —dice con exagerado dramatismo. 
Con esos mismos labios que has rechazado, silba y se presenta su chulo, un tipo patibulario de más de dos metros. Es evidente que no lo ha llamado para que tengáis una discusión socrática, sino para que te parta los huesos por tu timidez a la hora de aceptar felaciones no gratuitas. 
—Yuri, mátalo —dice con naturalidad. 
El tal Yuri se abalanza sobre ti y te atiza un terrible puñetazo en la boca como prólogo de lo que inmediatamente sigue. Antes de morir, te preguntas qué recomendarán en los talleres literarios para situaciones así. 


FIN

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