viernes, 3 de octubre de 2014

Vas al bar

El bar está lleno de mujeres que se contonean con poca ropa y de hombres borrachos que observan con ojos hambrientos sus movimientos sicalípticos. Tú intentas aparentar que eres un hombre de mundo y con decisión te acercas a la barra, pones tu maletín sobre ella y pides un gin tonic de manzana. El camarero te sirve un ron con Coca Cola y, por no discutir delante de las prostitutas, te lo bebes. 
Observas a la concurrencia y te embarga la tristeza. La literatura es un poco como esto, piensas, aunque no tienes claro si los escritores son las putas o más bien los clientes, solitarios y anhelando algo de cariño. Quizá los lectores sean como putas de alto standing y sólo algunos autores puedan permitírselos. 
Autores como Paulo Coelho, que trasiega whisky como un poseso en una mesa, con una puta sentada en cada uno de sus muslos. 

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