viernes, 3 de octubre de 2014

Vas al parque

Empieza a oscurecer, pero todavía juegan niños en el parque. Escribir es como volver a la infancia, piensas. A una infancia masoquista. Con yonquis de los años ochenta en los parques y cosas así. 
Te sientas en un banco. Intentas mullirlo un poco con los dedos, pero sigue igual de duro. En cualquier caso, esta noche será tu cama, si es que no lo ha reclamado ya algún vagabundo veterano. En esto de la indigencia seguramente también haya camarillas y clanes. Tú acabas de llegar y ocupas el último lugar del escalafón, una constante en tu vida. 
Sentado en un banco próximo al tuyo, un anciano da de comer a las palomas. Se parece un poco a Herralde, piensas. De hecho, se parece mucho. Cuanto más lo miras, más Herralde es. 
Y tú llevas una novela en el maletín. 


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